viernes, 29 de marzo de 2024
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Lecturas del fin de semana: Jugar con fuego


Por una parte, el sábado último, Jorge Lanata en el diario Clarín, firmó una nota en la cual se explaya sobre la denuncia efectuada por el dirigente social y detalla una serie de entretelones. PARA ACCEDER A LANATA, HACER CLIC AQUÍ.


Por su lado, el diario cordobés La Voz del Interior dedicó su editorial a las revelaciones de Castells. (Jugar con fuego).


JUGAR CON FUEGO

La denuncia de Raúl Castells sobre la indiscriminada autorización de armas del Renar a organizaciones kirchneristas debería provocar una reacción enérgica de distintos sectores políticos.


Las declaraciones de Raúl Castells acerca de que el Registro Nacional de Armas (Renar) autoriza armas a agrupaciones como el Movimiento Evita, Túpac Amaru y La Cámpora, vienen a sumarse a versiones que circularon profusamente en los últimos años y que hablan de organizaciones sociales cercanas al Gobierno nacional con poder de fuego logrado gracias a la benevolencia de los organismos de control.


A la denuncia del dirigente social, deberían sumarse las del intendente de Junín, quien, tras la pueblada allí acaecida, apuntó a militantes K. Lo que Castells y Mario Meoni mencionan señala la existencia de núcleos duros devenidos en organizaciones parasociales, muy alejadas de los que fueron sus objetivos primigenios y bastante cercanas a las necesidades de una forma de poder que no concibe la existencia de una oposición.


Los datos no son nuevos para la dirigencia política argentina, que viene mencionándolos en voz baja desde hace tiempo. Castells les puso nombre a los destinatarios de las armas que se estarían entregando con el respaldo legal del Renar. Argentina tiene, vale recordarlo, un pasado horrible y no tan lejano, en el que grupos diversos se autoasignaron la misión de enderezar la realidad por la fuerza de las armas, con los resultados conocidos.


Sólo recordar la sangrienta violencia de ese pasado debería bastar para que la preocupación por ciertas semejanzas del presente nos desvelara a todos y, en especial, a quienes tienen la representatividad y la función que los obliga a requerir públicamente las explicaciones del caso a quien corresponda.


«El Renar les entrega permisos (a las organizaciones amigas) como si fueran alfajores», graficó Castells, y mencionó no menos de 15 atentados con armas contra integrantes del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados, para agregar que el organismo encargado del contralor de armas en el país «es una unidad básica», en abierta referencia a la actual conducción, vinculada con La Cámpora por su titular, Matías Molle.


Las cosas no comenzaron ayer: durante la gestión de José Luis Meizner en ese organismo, circulaban versiones similares. Por esos años, el Renar era feudo de Aníbal Fernández, hasta que su ocaso político fue desalojando a sus hombres de diferentes puestos claves. El golpe de gracia lo dio el pase del Registro Nacional de Armas a la órbita del Ministerio de Justicia y la llegada de La Cámpora a sus despachos.


La sociedad argentina difícilmente podría soportar un regreso al pasado como el que proponen quienes se arman para discutir con una pistola sobre la mesa, algo inaceptable en un país democrático. Pero, entretanto y a tono con la urgencia de estos y otros asuntos, la dirigencia política debería superar su aparente enajenamiento para formular un enérgico llamado a la razón.

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